El Espíritu de la Humildad es uno de los siete Espíritus Krísticos.
El Espíritu de la Humildad reduce nuestra necesidad de autojustificación y nos permite admitir y aprender de nuestros errores o comportamientos del Ego Negativo. La humildad es la clave para ayudarnos a superar muchas de estas distorsiones del pensamiento que se convierten en una serie de mecanismos de defensa del ego. Debido a que es una Virtud Espiritual Krística, la verdadera humildad nos protege de otorgar inconscientemente nuestro consentimiento y poder al reino predador de los pensamientos egoicos negativos. Una vez que otorgamos nuestro consentimiento y poder al ego, nos convertimos en un recipiente de esas fuerzas de base inferior, las cuales bloquean nuestra percepción superior y nuestra comunicación espiritual.
Debido a que la humildad aborda nuestra autoestima intrínseca, nuestra autoestima en la forma en que se manifiesta en nuestras relaciones y socialización en grupos, así como en nuestra propia perspectiva personal de autoestima, el Espíritu de Humildad se destaca aquí en Síntesis Energética como una parte de nuestra práctica espiritual, como una enseñanza moral y un estudio ético en la práctica de la Ley de Unidad. En la práctica de la Ley de Unidad, nuestro compromiso diario es prestar servicio a nuestro servicio espiritual y al más alto propósito de expresión. Al elegir esto y ser humildes, permitimos que las Leyes del Orden Divino rijan nuestras acciones, pensamientos y comportamientos en lugar de sucumbir a la naturaleza inferior de las leyes humanas o artificiales basadas en el ego.
El Espíritu de Humildad es el antídoto contra el orgullo y la importancia autoasignada.
En el proceso de desarrollo personal y en el fortalecimiento del propio carácter moral, la humildad adquiere una dimensión moral y ética que cultiva las virtudes en cada área de nuestras vidas.
La verdadera humildad es claramente diferente de la falsa humildad que consiste en despreciar la propia santidad, los dones, los talentos y los logros para recibir elogios, la atención o la adulación de los demás. En este contexto, la humildad genuina comprende los siguientes comportamientos y actitudes:
- Reconocer las virtudes y talentos que otros poseen como tal y no envidiar esos talentos, particularmente cuando reconocemos a aquellas personas que pueden tener conjuntos de habilidades que actualmente pueden superar nuestro propio nivel de habilidad. Brindar el debido respeto u honor a ese propósito y, cuando sea necesario, discernir cuándo es importante escuchar o seguir nuestras instrucciones, según la evaluación de las circunstancias actuales. Cada persona tiene un valor y un propósito espiritual, ya sea que ese propósito se actualice en la personalidad o no; y el potencial para cultivar una personalidad infundida con espiritualidad Krística o una mente Krística depende de la persona.
- Reconocer los límites de nuestros talentos, habilidades o autoridad; y, no llegar a lo que está más allá de la realidad práctica en términos de fantasías, adornos o pensamiento mágico. Esta es la diferencia de ser honesto al evaluar un nivel de habilidad o competencia. Un ejemplo, ¿te referirías a ti mismo como un nadador de Medalla Olímpica de Oro cuando en realidad eres un nadador informal en la piscina de tu comunidad? Una persona honesta y humilde declararía los hechos precisos de las condiciones vigentes en el momento, de manera que constituyan una verdadera representación de lo que es.
- Esto es parte de conocerse a uno mismo y de ser auténtico y fiel a ti mismo, sin necesitar competir con los demás, sino reconociendo esas habilidades o capacidades en las personas que te rodean para inspirarte o ayudarte a convertirte en una mejor persona. Encontrar valor en las habilidades de una persona o reconocer aquellas habilidades necesarias en un entorno grupal, que se requieren para apoyar un propósito grupal más amplio o para servir a objetivos humanitarios.
- La humildad es una parte potencial de la templanza porque la templanza incluye todas aquellas virtudes que restringen las reacciones de nuestros deseos incontrolados. La humildad es una disciplina requerida para restringir los bajos apetitos de impulsividad mediante el cambio de enfoque lejos de las emociones negativas. La falta de control de impulsos significa que la oscuridad nos consume y controla fácilmente. Cuando aplicamos la humildad a las circunstancias, ello nos ayuda a volver a enfocar nuestros impulsos hacia comportamientos espirituales más saludables y productivos.
Al conocer y aceptar tu lugar en el Universo y el rol que juegas, uno actúa con humildad sabiendo que Todo es una parte de la Fuente de Dios. Todo es igual en el Amor de Dios, y ningún ser es juzgado como mejor, más alto o más valioso que otro. Al actuar desde la humildad y en servicio espiritual, cuando sientes el llamado a hacer algo que responde a tu corresponsabilidad/custodia (stewardship), incluso si se trata de limpiar baños, acepta el trabajo dado, en humildad. No existe ningún derecho autoadquirido en el servicio espiritual. El derecho autoadquirido es una distorsión de la ambición espiritual y el ego negativo y, de no controlarlo, dará lugar a una "caída raíz". Ver las Pautas para la Maestría en Relaciones