Todos los seres humanos son responsables de sus pensamientos, emprendimientos, acciones y comportamientos, y todas estas son elecciones directas hechas por cada persona en el momento, que tendrán Consecuencias energéticas directas.  Cualquiera sea la calidad de las energías con las cuales preparamos a nuestro cuerpo para que resuene o se mantenga como un conducto espiritual (sean fuerzas positivas o fuerzas negativas), es con lo cual nos permitimos estar de acuerdo. Cualquier tipo de fuerza con la cual estemos de acuerdo, ya sea que sepamos esto o no, es la Frecuencia  a la cual nuestro cuerpo y Consciencia están sujetos en la Ley Universal.  La calidad de la fuerza espiritual tendrá leyes dimensionales correspondientes, las cuales gobiernan las acciones de esa calidad y de ese espíritu.  Las fuerzas negativas están en las dimensiones inferiores y crean servidumbre y esclavitud al tiempo, mientras que las fuerzas positivas de los Espíritus Krísticos  están en las dimensiones más altas y crean soberanía y libertad para el Alma  y el espíritu. Las Leyes Universales contienen el principio de Responsabilidad, que tiene el propósito de restaurar el equilibrio energético a través de los pensamientos, emprendimientos, acciones y comportamientos personales a lo largo de ese ciclo de vida y evolución espiritual de los seres. Todas las repercusiones energéticas para el Alma y el Espíritu  son tenidas en cuenta, y esas acciones son responsables ante las partes apropiadas al final del Ciclo de Ascensión.  La práctica de la Responsabilidad es una parte directa de la Ascensión espiritual. A medida que aumentamos nuestra capacidad de ser responsables, desarrollamos cada vez más nuestra espiritualidad y la forma en que percibimos los valores humanos, los cuales nos hacen evolucionar fuera de las dimensiones de energía más bajas de existencia.  Ser responsables de nuestro comportamiento y elegir comportamientos éticos más evolucionados o más elevados, es la forma en que detenemos el ciclo de los Apegos, servidumbre y esclavitud a los espíritus inferiores y su naturaleza inferior.

La Responsabilidad es un modelo ético y un estándar de carácter que expresa que tú y sólo tú eres completamente responsable de tus acciones.

La buena voluntad de ser 100% responsable por lo que haces y lo que no haces (o te niegas a hacer) es un rasgo significativo de tu carácter moral.  La responsabilidad personal ante los pensamientos, acciones y comportamientos de uno es un marcador de madurez espiritual y un sello distintivo de los atributos Krísticos, tal como el desarrollo de las Virtudes  de los Espíritus Krísticos.

Mucha gente confunde responsabilidad con hacerse responsable ante otros, como si fuesen lo mismo. En la realidad práctica, son rasgos de carácter que se parecen más a dos caras de la misma moneda. Ser responsable tiene más que ver con renunciar a ciertos comportamientos de defensa del ego, tal como las creencias y actitudes negativas, que hacer un esfuerzo por comportarse o relacionarse con los demás de una manera diferente.  Uno de los mecanismos de defensa del ego más comunes, utilizados para evitar la responsabilidad personal o ante los demás, es enojarse, culpar a otros o tener una rabieta.

Pasos hacia la Responsabilidad

A veces, el hacernos responsable ante otros por las acciones que tomamos y tener la voluntad de decir la verdad, simplemente implica coraje. ¿Tienes el coraje necesario para hacerte responsable de ti mismo abiertamente? Uno podría desear examinar las consecuencias asociadas con hacerse responsable de sus actos y ante otros, antes de responder.

En primer lugar, el ser responsable ante otros significa que eres responsable ante alguien o por algo. En segundo lugar, el ser responsable significa que tu causas que algo suceda.  En tercer lugar, mostrar responsabilidad ante otros, conforme es percibido por las personas que te rodean. Lo cual puede parecerse a lo siguiente:

  • Aceptar total responsabilidad por tu comportamiento.
  • Cumplir con las expectativas acordadas en un rol o cargo acordado.
  • Admitir errores y tomar acciones para corregirlos.
  • Admitir limitaciones de conocimiento o habilidades en ciertas áreas.
  • Aceptar tu responsabilidad consiste en ser plenamente consciente de ejercer control sobre tu comportamiento, a través de las elecciones que realizas.

Además, uno acepta las consecuencias de las decisiones que toma a la vez que asume la responsabilidad de aquello que trae apareado, lo cual puede percibirse como una experiencia positiva o negativa.  La integridad, o hacer lo correcto porque eso es lo correcto, es el epítome de aceptar la responsabilidad. Todos tenemos mucho que ganar al mostrar responsabilidad personal en nuestra vida personal y profesional. Algunos de estos se enumeran a continuación:

  • Te conviertes en una persona de confianza.
  • Eres respetado por las personas que te rodean.
  • Tus palabras o acciones tienen credibilidad.
  • Envías el mensaje de que estás dispuesto a servir y que priorizas la salud del grupo para el éxito de todos los involucrados.
  • Eres una persona con fuerte carácter moral y ético.
  • Eres confiable para llevar a cabo proyectos desafiantes y tareas significativas.

¿Qué tipo de persona quieres ser?

La libertad personal comienza y termina con la responsabilidad sobre nosotros mismos y ante los demás. El hacerse responsable por uno mismo es una oportunidad.  Es una oportunidad para contribuir al mundo, contribuir a la raza humana y a las organizaciones de las cuales formamos parte.  Es la oportunidad de ser contados como seres confiables entre otras personas, dentro de grupos o de organizaciones, para las cuales realmente estamos sosteniendo un espacio de cuidado y respeto. Es nuestra oportunidad de preguntar: «¿Qué puedo hacer para contribuir?»  Y «¿Cómo puedo hacer una diferencia?» Si nuestra organización espiritual u otras organizaciones sostienen un entorno que valora la integridad, la confiabilidad, la honestidad y el coraje, el hacernos responsables por nosotros mismos nos presenta una vasta oportunidad de crecimiento mientras servimos a los demás.